INTRODUCCIÓN
¿Dónde hunde sus raíces el compromiso ecuménico y
cuál es su principal objetivo?
El
compromiso ecuménico nace de la conciencia del escándalo que supone la división
entre los cristianos. Por lo tanto, el movimiento ecuménico, que nace a finales
del s. XIX, busca el hacer consciente de esta herida histórica y buscar las
vías adecuadas para restablecer la comunión eclesial.
¿Cuáles son los dos grandes objetivos ecuménicos?
Tiene
dos grandes sentidos: el primero, antiguo, en el lenguaje eclesiástico y se
utiliza para denominar al patriarca ecuménico o el concilio ecuménico (aún se
usa). Este concepto nace en el mundo pagano para referirse al mundo habitado o
civilizado. Con la cristiandad, primero se refirió al patriarca de la ciudad
imperial de Constantinopla y del Concilio Ecuménico. Después de la ruptura, la
Iglesia latina sigue utilizándolo para referirse al Concilio ecuménico,
universal y general y los símbolos de la fe católicos y ecuménicos. En
definitiva, ecuménico quiere decir la universalidad y catolicidad externa de la
Iglesia. El segundo, nuevo pues nace con el movimiento ecuménico, denomina a la
actividad interconfesional para la unión
de las Iglesias. Por último, también nos encontramos el ecumenismo secular que busca un diálogo y compromiso con el mundo
secular, para ello, es necesario la unidad de los cristianos y las iglesias.
¿Qué horizonte se nos abre con el
ecumenismo?
El
horizonte que se nos abre es de reconciliación, unidad y catolicidad, aun no
siendo la unidad y la comunión un fin en sí mismo. Esto conlleva abrirnos al
Espíritu.
GEOGRAFÍA DE LA DIVISIÓN
Las
divisiones empiezan ya en el siglo V, a partir del Concilio de Calcedonia (451)
muchas iglesias de la parte greco-orientales de la cristiandad se van a separar
de la “ortodoxia” cristiana, llamándose así iglesias antiguas orientales o
apostólicas de oriente. Estas nacerán de los dos grandes patriarcados:
Alejandría, de donde sugirá la Iglesia copta y la etíope y Antioquía, que se
originará la Iglesia sirio occidental o jacobita.
Es
con el cisma de oriente a manos de Umberto di Silva Candida y Miguel Cerulario
en junio de 1504 cuando la iglesia de Bizancio rompe con Roma, una ruptura que
es la culminación de un conflicto político y personal. También es verdad que, a
tenor de lo dicho, podemos hablar de una falta de comunión real entre las dos
iglesias.
En
el siglo XVI nacerá la reforma protestante como fruto de una necesidad de
reforma radical por parte de la Iglesia Católica. Esta reforma la comenzará
Martín Lutero en Alemania pero pronto se unirán a la reforma Juan Calvino y sus
futuras Iglesias presbiteranas, el movimiento anabaptista y el anglicanismo de
Enrique VIII. Esta reforma será transportada hasta el Nuevo Mundo y comenzará
una nueva reforma religiosa en el siglo XVIII y tendrán por nombre los
“evangélicos”.
La desunión contradice la propia esencia del
Evangelio. Sin embargo, la desunión y la infidelidad no son capaces de destruir
la unidad concedida a la Iglesia.
El movimiento ecuménico rechaza un concepto
pasividad en la división, aceptarla y que cada Iglesia vaya por su camino.
La tarea ecuménica exige una conversión
hermenéutica, el punto de vista y la perspectiva eclesiológicas deben ser
correctas. La aceptación de este hecho lleva a la superación del aislamiento
confesional y sirve de fundamento a una profundización ulterior de la comunión.
Otra clave fundamental del movimiento
ecuménico es el perdón y la reconciliación. Es un camino profundamente
evangélico.
Debemos buscar lazos de unión como la
oración, la Sagrada Escritura y la Eucaristía. Centrémonos en este último
sacramento. Al celebrar la Eucaristía recordamos la misma pasión del Señor, su sacrificio y su
Pascua por nuestra redención. La
Eucaristía es el mayor signo de unión.
Por último, el movimiento ecuménico no
se reduce solo al restablecimiento de la comunión formal y visible entre las
Iglesias cristianas. Más bien, se trata de una obediencia al Evangelio. Esto se
traduce a que al fin de cuentas que la unidad es un don y gracia de Dios aunque
esto no justifique la pasividad del hombre histórico a trabajar para este fin.
Gerardo, como siempre, tus síntesis son demasiado sintéticas, debes poner algo más. La cuestión segunda es sobre los "objetivos" del ecumenismo y no sobre el "sentido" del término. Míralo y ya me dices. Saludos
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