jueves, 7 de enero de 2016

GUIÓN DE MISA PARA LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

MONICIÓN DE ENTRADA
Bienvenidos hermanos y hermanas al quinto día del octavario de la oración por la unidad de los cristianos. Un octavario que la Iglesia nos invita a orar por la unidad de todos los cristianos y recordar nuestro compromiso como bautizados y bautizadas de construir puentes de unión con nuestros hermanos y hermanas separados para que la gente nos reconozcan, como veremos en la Evangelio de hoy, por amarnos unos a los otros.

HOMILÍA
Hermanos, hermanas, no sé si han podido ver un anuncio cuyo eslogan es “somos de un lugar llamado mundo”. Con esta frase, entendemos que nosotros no nos definimos solamente por ser de una nación u otra sino que todos somos seres humanos, todos somos vecinos del mismo planeta Tierra.
Las lecturas que nos propone el quinto día del octavario van por esa idea, universalizar al ser humano. Sin embargo, esta idea tan bella puede tener pocas bases argumentativas pues nos podemos hacer esta pregunta: bien, somos de un lugar llamado mundo pero ¿qué es lo que me une a alguien que no conozco de nada? Es más ¿qué es lo que me une a alguien con el que no pienso o creo lo mismo?
El salmo nos dirá que de “Yahvé es la tierra”, el Señor es el Dios de la tierra y de la historia. A partir de esta realidad, podemos entender lo que Isaías nos dice cuando habla de una hospitalidad al extranjero, una hospitalidad que nace no de la solidaridad vacía del ser humano sino del Señor, no acogemos al otro porque nos cae bien, porque queremos algo de él, es más no le acogemos a nuestra casa, sino a la Casa del Señor porque es Casa de oración para todo los pueblos.
Con Isaías encontramos una clave importante para la unidad entre los cristianos. Esta unidad no se debe basar en que el hermano separado tiene que entrar por “nuestros esquemas y predicados”, eso sería –disculpen mi atrevimiento– un acto fascista de uniformar a todos por la fuerza de una razón imperialista. No debe entrar por nuestros esquemas sino que todos, católicos y no católicos, debemos entrar en el esquema de Dios para que juntos podamos entrar en la casa de oración del Señor. ¿Cuál es el esquema del Señor que nos invita a todos entra? ¿Cuál es el mandamiento que nos manda el Señor? A estas preguntas hayamos la respuesta en el Evangelio: el amor.
El Evangelio de hoy nos relata el último mandato de Jesús: que nos amemos los unos a los otros como Él nos amó. Recordemos hermanos y hermanas que este texto se encuadra en el lavatorio de los pies, un acto que nadie, incluso sus discípulos entendía. Un acto de amor incomprensible pero que resume toda la actividad de Jesús: el servicio y el amor al otro.
Hermanos, hermanas, en este día la Iglesia nos hace caer en la cuenta que el principio del ecumenismo, de la unidad entre el cristianos y cristianas, es el amor. Recordemos que el origen del movimiento ecuménico, un movimiento que nace en el siglo XX para reflexionar este tema, es la falta de testimonio que había en las tierras de misión al hacer ver a las gentes un Cristo separado. Debemos creer que verdaderamente es la caridad, el  amor, el servicio el lazo más fuerte y el camino más seguro para la unidad. Oremos y trabajemos para que nuestra oración y nuestro hacer no la dirija nuestras ansias de imponer la verdad sino nuestro deseo de cumplir la voluntad del Señor: amar los unos a los otros como Él nos ama.

PRECES
  •         Por el papa Francisco y nuestro obispo Francisco, para que el Señor les de sabiduría y capacidad de diálogo para establecer a nivel universal y diocesano un verdadero y real camino ecuménico. Roguemos al Señor.
  •         Por los gobernantes y dirigentes políticos, para que luchen por el bien común y sean solidarios por las realidades y países más pobres. Roguemos al Señor.
  •         Por nuestros hermanos separados, por el bien de sus iglesias y comunidades, en especial por las que están perseguidas en Oriente Medio. Roguemos al Señor.
  •         Por nosotros y nosotras, que el Señor nos ilumine y nos de fuerzas para ser verdaderos misioneros de la unidad tan necesaria para dar testimonio de nuestra fe y amor. Roguemos al Señor.
 

CANTOS
  •         Entrada: Somos piedras vivas.
  •         Ofertorio: Saber que vendrás.
  •         Comunión: Oración sacerdotal (pongo la letra porque quizás sea menos popular):

A esto se reduce mi doctrina, 
esto es todo el resumen de mi ley;
 que os améis los unos a los  otros
 igual que yo os amé.
Yo te pido por ellos, no pido por el mundo.
Yo les di tu doctrina y el mundo les odió.
Guárdalos en tu nombre que todos sean uno
para que sepa el mundo quién fue .el que me envió.
He guardado en tu nombre a éstos que me has dado.
No son ellos del mundo igual que yo no soy.
Santos cual tu verdad, hoy hazlos en tu nombre.
Como Tú me enviaste, los envío así yo.
Si te pido por ellos, también pido por todos
los que por tu palabra un día creerán;
que todos sean uno igual que Tú y yo somos:
que el amor que me diste sea en ellos realidad.
  •  Salida: Alma misionera.

1 comentario:

  1. Buen trabajo Gerardo. Es justo lo que te pedía. El comentario te lo hago en privado por la plataforma. Saludos

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